jueves, 3 de junio de 2021

El Parquero de Táriba

 

El Parquero de Táriba

Miguel Zambrano, un caballero lleno de historia e influencia de Eleazar López Contreras…


Dentro de tantas andanzas , rodando en mi moto por las calles de Maracay, me topé nuevamente con este hombre, parecido físicamente  a JAPA JAPA,  pero con muy  buen humor; ya que  mantiene su sonrisa, pese a su condición de calle. Tenía ya algunos meses que no lo veía, la última vez, habría sido en la redoma la Facultad, avenida 19 de Abril de Maracay, desde donde  nos acompañamos hasta su entonces dormitorio en el antiguo Bingo Las Vegas (hoy en ruinas).



Se trata de Miguel Zambrano, oriundo de Táriba , Táchira, de 80  años de edad. Según su testimonio; él  salió hace 14 años, en un aventón, de su terruño con destino a la ciudad de Caracas en busca de unos familiares, del cual no da mayor descripción. Sin embargo, según explica,  Zambrano, lo dejaron en Tapa Tapa, haciéndole creer que ya estaba en la “Gran Capital”, desde entonces recorre el casco central de la ciudad cuidando los conjuntos  residenciales de la zona  y los carros, se resguarda habitualmente a eso de las 5 de la tarde en las adyacencias de la Plaza San Juan, en donde solo pide comida con una envase de margarina, bien lavado.


Miguel Zambrano, nace en 1939, en pleno gobierno de Eleazar López Contreras y en momentos que se declaraba formalmente la Segunda Guerra Mundial, de la cual aún recuerda con mucho entusiasmo y admiración, tal cual a la de un ingenuo niño.


¡Muchos piensan que está Loco!

La lucidez de Zambrano, depende de su momento, entorno y compañía. Su sordera es más por desconfianza que por otra cosa. Solo hay que dedicarle un tiempo para permitirle evaluar con quién conversa, de modo de acceder a un cúmulo de información veraz y comprobable. Según cuenta, como buen gocho, siempre le han gustado los uniformes y las gorras, además ha querido formar parte de las filas de algún componente militar, preferiblemente la Guardia Nacional, ya que se crió durante un contexto bélico internacional y en un ambiente interno donde aún se estaba definiendo el rumbo político del Venezuela, tras la muerte del general Juan Vicente Gómez. El parquero del Táriba, como se conoce,  aún recuerda que el BCV era una de las instituciones que estaban marcadas a contribuir con la modernización de Venezuela, además de regular la circulación monetaria y el crédito para evitar fluctuaciones de gran escala en el circulante. Además tendría como función principal regular y vigilar el comercio de oro y divisas. Era muy niño cuando sucedió pero, según comenta, su padre; un hombre duro, con muchos hijos, con temple y de carácter fuerte, enrolado en la milicia, según lo describe, siempre le hablaba, desde muy chico,  del deber ser y de buscar ser el mejor en lo que el destino le tenga signado, también  le hablaba de los acontecimientos que estaban amoldando al país, lo que  despertó su curiosidad por la historia.  Según recuerda, a principios de los cuarenta el banco central comienza a operar a cargo de Jesús Herrera Mendoza. Para ello se hizo necesario la entrega del oro y los billetes que emitían el Banco de Venezuela, Banco Mercantil y Agrícola, Banco de Maracaibo, Banco Comercial de Maracaibo, Banco Venezolano de Crédito y el Banco Caracas, estos dos últimos se negaron a la entrega del oro que se encontraban en sus bóvedas y fueron demandados por el BCV concluyendo el litigio a mediados de los cincuenta con la incineración de los billetes y traspaso total del oro que respaldaba el bolívar.

Siempre ha querido ser Guardia Nacional pero le deshonra la actual

Zambrano cuenta que Las Fuerzas Armadas de Cooperación, mejor conocida como la Guardia Nacional, es uno de los cuatro componentes que conforman la Fuerza Armada Nacional de Venezuela, de su preferencia, pero "quienes la integran  han ido perdiendo sus principios". Está consciente que dicha Institución  fue Fundada casi el año de su nacimiento, por el General en Jefe (Ej) Eleazar López Contreras, quien asumió a la GN como su consentida.

Luego de entregar el mando, dice Zambrano, Eleazar López  Contreras se dedicó a un retiro relativamente tranquilo, pero sin dejar de lado la situación política del nuevo gobierno, formó parte del Partido Democrático Venezolano de Isaías Medina Angarita. Sin embargo, surgieron serios desacuerdos entre López y Medina durante el periodo presidencial de éste, lo que derivó en una crisis institucional que culminó violentamente al suceder un golpe de Estado que derrocó a Medina el 18 de octubre de 1945, encabezado por militares jóvenes, en el cual estaba su padre y activistas de los partidos políticos, entre ellos Rómulo Betancourt, quien presidió la Junta de Gobierno que surgió de dicho golpe. El actual parquero, recuerda como López, Medina y varios de sus colaboradores fueron apresados, luego expulsados del país y juzgados por peculado y enriquecimiento ilícito. En el año 1948, el golpe de Estado del 24 de noviembre que derroca al presidente Gallegos le permitió volver al país, aunque no estaba de acuerdo con la política llevada a cabo por el General Marcos Pérez Jiménez.

En medio de este relato, le pregunté a Zambrano porque no había sido Guardia Nacional y que sabe de sus familiares y desde ahí, comenzó a manifestar sordera y perdió el interés por la conversación, buscó su cartón y se acostó.

Espero retomar su confianza, en cualquier momento…

domingo, 23 de mayo de 2021

De esos Viajes que Siempre he Querido hacer en Moto y no he Podido...

 Del Jepirá hacia la eternidad en tiempos de Juyapu. Wayúu: gente de arena, sol y viento…


Cada pueblo del mundo, con una cultura originaria, tiene sus creencias, costumbres, ceremonias, cultos y rituales. Cuando se realizan, la gente se siente  satisfecha,  feliz con el deber cumplido, con la tradición y con la sabiduría de las generaciones. La cultura wayúu es el ejemplo inmediat

Por el mes de Septiembre cuando hay energías positivas y existen todas las condiciones para reunirse las familias, se observa en muchas partes de la península fronteriza el velorio de los restos, segundo lloro o la sacada de los huesos. Motivados por toda esta información y en nombre del Movimiento Fotográfico de Venezuela (Proyecto Ciudad Compartida) y el Movimiento Venezuela Subjetiva, emprendimos, con muchas expectativas, un viaje que siempre he querido hacer en moto y no se han dado las condiciones , pero que en esta oportunidad podría hacerlo en transporte público desde aragua y hasta  la frontera occidental para hacer un  registro fotográfico de esta interesante cultura ancestral, además de  palpar, en el trabajo de campo, lo leído a través de la literatura. Así es, como partimos a la tierra zuliana, con boleto directo hasta su ciudad capital: Maracaibo, punto de encuentro con muchos amigos de la infancia para el abastecimiento y coordinación del viaje a la Gran Guajira. Desde ese momento, todo cambiaría para mejor… el trabajo fotográfico se convertiría en un aventurado paseo lleno de muchas expectativas pero también de  temores por todos los relatos sobre leyendas que escuchamos desde  nuestra llegada a la tierra del sol amada,  lo que nos daba uno de los ingredientes más buscados por los amantes de las exploraciones y deportes extremos: Adrenalina.

 

Ansiosos  de entender tantos misterios y de cumplir satisfactoriamente con la tarea, contrastándola con tantas hipótesis, decidimos elaborar  en base a todas las recomendaciones, nuestra propia  agenda  e itinerario; la cual, por cierto, no estaba exenta de riesgos. Muchos maracuchos nos decían “ Vais Pa' la guajira, vos estáis loco, la gente no va pa' allá   ni a cobrar  una herencia y los que van  es por un negocio grande, muy grande, es decir por muchos cobres!”, pues en el recorrido entenderíamos cómo se esta manejando el principal negocio que mueve la economía en esas tierras muy áridas , lo que  trae un especial modo de vida que rige a un importante número de lugareños y foráneos.

 

En vista del buen proceso de documentación antropológico que avizorábamos  manejamos una línea de investigación pero dejamos que todo fluyera.  Pagamos “4 bolos” hasta la Monumental Plaza de Toros de Maracaibo, donde tomamos por tan solo 15 bolívares la ruta hacia El Moján, sitio equidistante de la zona a visitar. En la parada nos encontramos con María Semprún una señora de la etnia que nos veía como lo que somos para ellos unos “arijunas”, pero no pasarían ni 5 minutos para que la incomodidad se convirtiera en una agradable compañía  que ofreciera detalles de la ruta a la que estábamos apenas iniciando. ¡Llegó el bus!! exclamó María deseándonos suerte en la visita. Fue un trayecto muy bonito acompañado inesperadamente  de baladas de música cristiana, el “bus”  repleto de wayúus y de muy pocos mestizos; nosotros ahí adentro como una sola gota de leche vertida en un café tinto, ya estábamos metidos en la candela como no los habían dicho, tratando de pasar desapercibidos en un lugar en el cual sólo nosotros éramos  distintos (Ari junas) tanto en la fisonomía como en la cultura, en la ideología y un montón de cosas más que iríamos descubriendo.

 


En el autobús se montaban y bajaban vendedores dejándote en las manos un sinfín de artículos a la venta informal, lo que con angustia nos recordaba las recomendaciones de “no hacerle ni un desprecio a ningún guajiro”, al tanto que un jovencito  (Tachón) achinado pero de cara alargada y manchada llamado José Ángel, nos entregaba una nota que decía “no me mires con ojos de indiferencia, yo soy un humilde niño que quiere ayudar a sus otros hermanos, ayúdame a cumplir mi deseo”.

 


Llegamos airosamente a la población El Moján Municipio Mara, ahí era el sitio de encuentro con nuestro guía y colega Jaider Carruyo en la plaza Bolívar, desde la cual se erigía la imponente iglesia  San Rafael Arcángel, vicaria de la Guajira. Luego de nuestra visita intermitente al muelle de El Moján donde se aprecia Isla de Toas y unos de los más rojizos atardeceres que jamás hayamos visto en nuestras vidas, Jaider nos recibe, cual maracucho,  con un fuerte abrazo de un hermano que tiene tiempo sin vernos.  Sin mayor protocolo, nos invita a abordar el carrito por puesto que cubre la ruta Mojan-Paraguaipoa…ese traslado es de dos trasbordos a su vez, en un tiempo aproximado de una hora, en el cual se puede apreciar el puente y rio El Limón, los médanos de sal y el pintoresco mercado los Filuos principal punto comercial de la zona, entre muchas cosas más que pueden apreciarse a través de la fotografía.



 

Conforme adentramos a la guajira venezolana el castellano iba desapareciendo. Llegamos a Alitasía (flor del taparo) sorprendidos del brillo que radiaba la laguna de Corojó y el fuerte sol que dejaba bañado de contrastes  el paisaje, ¡veíamos fotos por doquier!, ¡estábamos en Alitasía! Pese a todos los malos presagios, nos encontrábamos  en la zona más  norte de la península y no fue sino por causalidad de la vida que nuestra visita coincidiera, sin previo conocimiento, con los preparativos para el desentierro de uno de los personajes que ha eternizado la cultura wayúu como lo es Torito Fernández, de quien se habla con mucho respeto sobre su linaje. Uno de los  familiares del Torito se nos acerca y nos habla en un tono suave pero muy preciso para preguntarnos de nuestras intenciones de estar ahí. Al cerciorarse de nuestra procedencia y motivos, este intermediario, nos convidó a vernos con Nemesio Montiel Fernández, un verdadero activista y antropólogo del linaje de Torito quien nos dio entrada a la preparación de uno de los festines más pintorescos y autóctonos  que hayamos visto y que se realizaba en honor al espíritu del prominente difunto (müliashii).




 

En los preparativos del desentierro pudimos observar la magnitud del evento que se esperaba y el empeño de los familiares en hacer de la actividad a la altura de sus creencias, manifestaciones ancestrales y al cariño que se tiene hacia ese ser amado.   Nos preparamos a reprogramar todo porque así no los distaba  la información que nos llegaba a través de cada persona que fotografiábamos y quienes nos invitaban a regresar al siguiente día, momento de la ceremonia principal con la exhumación del cuerpo, luego de su entierro de hace 15 años.

 


Vivimos la literatura y mucho más,  vivimos una ceremonia cargada de gran solemnidad. Con un palazo a uno de nuestros fotógrafos por parte de una de las mujeres más adultas que pastoreaba a las cabras evidenciamos que para todo hay que pedir permiso, hasta para fotografiar. Es una sociedad matriarcal, el familiar que sueña con el difunto es quien se encarga de su exhumación pero es la mujer de mayor edad quien tiene la última palabra.  El desentierro es el mandato de los muertos para emprender su viaje de Jepirá. Entendimos, entre otras cosas, que este acto  sirve para fortalecer la unidad familiar materna y la relación entre familias para una mejor integración social. Para los wayúu todos los problemas deben solucionarse en la vida y los muertos lo propician, a través de su velorio. Es hermoso y de un gran contenido humano ver a muchas personas participando en un desentierro y la convivencia especial durante tres días cuando también se aprovecha la oportunidad para el diálogo y resolución de problemas. Una viejita de Alitasía  nos decía, ¡ayy mijito ya me puedo morir feliz porque cumplí con lo que me pedía mi hijo en sueño, sacar sus restos,   llorarlos y enterrarlos de nuevo! El registro fotográfico por largo tiempo ante el altar, donde yacía un cofre con la osamenta y un retrato del homenajeado, nos permitió conocer que más que un llanto es un cantico que se le hace al difunto,  por cuanto todas las expresiones llevaban la misma melodía y tono.  La jornada vivida estuvo antecedida de una ceremonia del encierro de hombres y mujeres por tres días por parte de una Outsü  o Piache (persona con dotes y sabiduría) para despojarlos de malas influencias, limpiarlos y prepararlos para un año largo. Tres días en ayuna y aislados para la meditación y reflexión. Luego los golpes con el amuleto, el toque del tambor y la cena que solo pueden comer los extraños. Presenciamos además que a numerosos niños los conjuran mujeres con facultades para que inicien un año sin problemas de salud y hagan una vida normal.


 

 

Todo el mundo, a su manera, siente a sus parientes muertos,  difícil es estar de verdad preparados para la ausencia  de un familiar a pesar de la espiritualidad, creencias cristianas y de otras religiones. El mundo wayúu, en esto es igual, pero, cree  en la real posibilidad y esperanza de seguirse comunicando con sus seres desaparecidos, soñar con ellos y cumplir sus mandatos extraterrenos. Además, se realizan ceremonias para satisfacción de sus almas. Las Piache o Chamanes, saben mucho de esto, conocen la simbología de los sueños, nos revelan lo que tenemos que hacer y en el caso de los personajes místicos en referencia quienes hablan en trances con los espíritus protectores y muertos los cuales también, le pueden llegan a un familiar cercano en sueños  para decirle que ya quiere salir y entrar  a Jepirá, (la mansión de los espíritus), pasearse por el mundo sideral y de  repente volver a la tierra bajo diversas figuras. También se presentan al familiar, entre despierto y dormido para decirle que lo cambien de ropa o de chinchorro. Algunos misteriosos personajes asoman la idea de la rencarnación. Y, como dicen todas las concepciones sobre los seres humanos y la vida, ha existido siempre la idea de la  compleja figura de la rencarnación que sigue generando discusiones a través del tiempo, enigma válido para el pueblo guajiro.



 

A finales y comienzos de años, es normal la exhumación, igual en el mes de agosto, pero también  conocimos que la experiencia y sabiduría de los personajes de las familias, los llevan a tomar rápidas decisiones de desentierro cuando llegan pestes, enfermedades, calamidades, raras apariciones y cualquier otro posible aviso que es interpretado como el mandato espiritual. Esta ceremonia cumple para los vivos una buena oportunidad  para la integración de la familia y para homenajear a la persona que se ha ido, pero que se sigue queriendo mucho hoy y para siempre. Las generaciones no olvidan a sus raíces y la rama de su parentela. Vimos muchas cosas y dicen que nos faltó por ver…



 

Todo esto y más fue exhibido por unos 25 fotógrafos de Caracas, Maracay, Valencia, Barquisimeto y Zulia en la exposición “Etnik…Hijos de la tierra”, bajo la Dirección de Judith Heredia, coordinación y colaboración de los Licenciados Carlota Delgado, Rodrimar Carapaica, Fran Araujo , museografía de Omar Pino , Camilo Macias en el Museo Antropologico de Maracay, Edo. Aragua.



 

 

Movimiento Fotográfico de Venezuela

 

El movimiento inicia sus actividades en 2003, con el propósito de consolidarse a través del “proyecto Ciudad Compartida”. Es una asociación de fotógrafos profesionales y amateur, sin fines de lucro, que busca enaltecer el acervo cultural de Venezuela al tiempo que ofrece preparación y actualización, a todos sus integrantes, en el hecho fotográfico y de investigación documental. Toda persona interesada en participar puede dirigirse a los siguientes sitios web de contacto:http://redciudadcompartida.ning.com proyecto.ciudadcompartida@gmail.com

Teléfonos: 0414-0350219/  0416-2437568/  0414-4626509

 

 

Algo de literatura…

 

Los wayúu o guajiros (del arahuaco guajiro, señor, hombre poderoso)[] son aborígenes de la península de la Guajira, sobre el mar Caribe, que habita territorios de Colombia y Venezuela, sin tener en cuenta las fronteras entre estos dos países sudamericanos.




Ubicación de la etnia.

Ocupan un territorio 15.300 km2 dentro del departamento colombiano de la Guajira, Colombia, y 12.000 km2 dentro del estado Zulia, Venezuela. El clima de sabana xerófila al sur y occidente (Baja Guajira) y de estepa árida o semiárida al norte y oriente (Alta Guajira), es cálido y seco, la lluviosidad de esta región es muy reducida y sólo hay lluvias en el juyapu, entre septiembre y diciembre. En la Alta Guajira está el denominado Macizo Guajiro[] conformado por las serranías Macuira, Jala'la, Chiare, Cojoro y Cocinas y el cerro Epitsú, que alcanzan hasta 900 m.s.n.m. Al sur de la baja Guajira corren, hacia el occidente el río Ranchería y el río Limón hacia el oriente.

El pueblo wayúu habita la árida península de la Guajira al norte de Colombia y noroeste de Venezuela, sobre el mar Caribe. Es una región con un clima cálido, seco e inhóspito, bañada por los ríos Ranchería (Colombia) y El Limón (Venezuela). Presenta unas estaciones climáticas marcadas por una primera temporada de lluvias, denominada Juyapu, que se desarrolla durante los meses de septiembre a diciembre, seguida de una época de sequía, conocida como Jemial, que va desde diciembre hasta abril. Posteriormente, viene la segunda temporada de lluvias, llamada Iwa, para terminar con una larga temporada de sequía que va desde mayo a septiembre.



Población

Los wayúu son el pueblo indígena más numeroso de Venezuela y de Colombia; representan cerca del 8% de la población del estado Zulia y cerca del 45% de la del departamento de La Guajira y sobrepasan las 118.854 personas. El 97% de la población habla su idioma tradicional que es el wayúunaiki, el 32% habla el castellano. Un 66% no ha recibido ningún tipo de educación formal. La población wayúu, según el censo de 1993, es de 144.003 personas de los cuales que representan el 20% de la población indígena de Colombia siendo el grupo más numeroso en Colombia. Según los datos estimativos de Venezuela, la población conjunta de los dos países alcanza a superar los 400.000 wayúu. [La organización social es caracterizada por clanes de los cuales existen 24.



Historia

El pueblo wayúu es uno de los pueblos arawak que, como una gran corriente migratoria, se desplazaron tanto por la Amazonía, como hacia las Antillas, a donde llegaron hacia el 150 a. C.

Hacían parte de sus costumbres ancestrales, la caza, pesca y recolección, así como la horticultura, donde ella era posible, al sur de la península o en otros lugares con un ambiente menos desértico que el actual. La vivienda era comunal, en forma de maloca.

Aunque el contacto con los conquistadores europeos data del siglo XVI, los wayúu no fueron conquistados sino hasta muy tardíamente, después de la independencia de Colombia y Venezuela. En esto influyó tanto la resistencia indígena, como las duras condiciones ambientales del desierto, que sirvió como refugio a los wayúu. Hacia el año 1800 se estimaba que la población de indígenas no sometidos (o salvajes) de La Guajira era de 10.000 entre motilones (ellos 1.800) chimilas, goagiros, archuacos, tupes y cocinas. En 1812 los estimaban en 40.000 almas, de ellos 1.500 lanzas con las que atacaban pueblos fronterizos  Ocupaban el territorio entre Maracaibo y Riohacha y eran conocidos genéricamente como los guajiros, de estos los más numerosos e importantes eran los wayúu. Durante el siglo XIX los gobiernos de ambas repúblicas empezaron a hacer planes para someterlos, en 1841 eran 18.000 gentes de los que 3.000 serían guerreros, conocidos por su ferocidad. Los guajiros eran entre 90.000 y 150.000 a mediados del siglo, en 1858 eran 35.000 a 40.000 wayúu.[ ]Las primeras campañas del gobierno venezolano comenzaron en 1830, continuando con la construcción de varios fuertes y líneas de trincheras que hicieron avanzar la frontera cada vez más al norte, hacia 1893 habían quedado sometidos y reducidos. []Lo mismo hizo el gobierno de Colombia, terminando por repartirse el territorio.[]

La intervención europea supuso, sin embargo, la pérdida de tierras agrícolas y áreas de caza, que los wayúu compensaron con el pastoreo de especies introducidas, especialmente las cabras y, en menor medida, bovinos. Conflictos frecuentes ocurrieron por la política de los europeos de controlar la pesca de perlas. Luego, aprovechando los enfrentamientos entre españoles, holandeses e ingleses, fueron capaces de desarrollar una actividad comercial intensa, que ampliaron durante el período republicano.

A pesar de la expansión de las dos Repúblicas sobre su territorio, los wayúu mantuvieron una amplia autonomía extralegal que sólo recientemente han reconocido consitucionalmente ambos estados y que se caracteriza por la aplicación del derecho propio[] en todo el territorio propio.



Economía

La Familia wayúu en el desierto de la Guajira, subsisten con la venta de artículos artesanales y el pastoreo de caprinos, pero hoy día  eso ha cambiado un poco, la mayoría se dedica al contrabando, principalmente al de la gasolina.

Pueblo dedicado especialmente al pastoreo la que se hizo muy importante durante los siglos XVI y XVII, motivando a partir de la segunda centuria la expansión y sometimiento de pueblos vecinos que también vivían en la península. Los bovinos se consideran el mayor valor, pero su crianza es limitada por las condiciones ambientales. Cada clan tiene una marca de hierro, ya que el ganado es marcado con el símbolo clanil. Las cabras (kaa'ulaa) o chivos, registran el mayor número de cabezas y son cuidados en rebaños de 100 a 150 animales y a veces de muchos más. Anteriormente se criaban muchos caballos, asnos y mulas, pero en los últimos años las epidemias han diezmado estas especies.



Entre los wayúu el ganado es la principal riqueza y además el principal motivo de prestigio. Aunque se comercia con él, se intercambia de modo no comercial: para sellar una alianza matrimonial, como derecho sobre una descendencia o para compensar daños o delitos, solucionar conflictos y establecer la paz. Además, el pastor asocia su ganado a los rituales que marcan su ciclo vital. Donde es posible, tiene una pequeña huerta llamada apain, donde siembran maíz, fríjol, yuca, pepino, ahuyama, melón y sandía, sin que puedan rotar ni variar de cultivos, debido al clima.



La economía es mixta pues se requiere también de otro tipo de actividades económicas como la pesca, el comercio, la producción textil tradicional, la cerámica y el trabajo asalariado en haciendas, en las minas de carbón de El Cerrejón ( en manos de la Exxon y la Glencor) y El Guasare, en las explotaciones de talco y dividivi y también cuenta con la Cooperativa Ayatawacoop bajo control indígena, la comercialización formal de combustibles y derivados del petróleo, también se sigue dando pero en descenso  . Aproximadamente 1.200  wayúu están asociados a la cooperativa y el 80% son indígenas o están en el sector de servicios.



La explotación de la sal marina en Manaure era realizada desde antes de la llegada de los europeos. Primero la Corona española y luego el estado colombiano explotaron las salinas y varios wayúu se hicieron asalariados, aunque otros mantuvieron explotaciones artesanales. En 2005, después de una larga lucha, transitoriamente la explotación de la sal estuvo de nuevo en manos de los indígenas, pero una sentencia los ha despojado nuevamente. Ha la fecha se han registrados muchos cambios, los 3 principales municipios fronterizos son considerados “chavistas”.

Organización y cultura

Sociedad organizada en clanes eiruku. Entre el pueblo wayúu existe todavía la autoridad tradicional y un sistema autóctono de la administración de la justicia en la cual se destaca el pütchipü o pütche'ejachi, es decir, el portador de la palabra o "palabrero", quien resuelve los conflictos entre los diferentes clanes. En lo que se refiere a la familia extensa matrilineal "según la sangre" o apüshi, el alaula tío materno mayor es quien ejerce la autoridad. Los parientes por línea paterna, "según la sangre", se reconocen como oupayu, aliados con quienes se espera solidaridad yana'ma' o trabajo conjunto.



El hombre puede tener varias mujeres. Antes del matrimonio el novio debe llegar a un acuerdo con los padres de la novia en una reunión denominada ápajá y entregar a ellos la cantidad de ganado y joyas que acuerden. La mujer permanece en el hogar y es símbolo de respeto y unidad. Habitan en rancherías (piichipala o miichipala), pequeñas comunidades distantes unas de otras, conformadas por agrupaciones de parientes cercanas al clan. El pastoreo es la actividad más importante. El número de cabras, reses, caballos y mulas son el símbolo de riqueza y poderío. El tejido es una labor que combinan con las demás actividades cotidianas, en los ratos libres, en las visitas y cuando van de viaje.

Un personaje de gran importancia en cada comunidad es el piachi', quien ha adquirido poder espiritual mediante su experiencia visionaria y las virtudes otorgadas durante sueños o trances que se interpretan como la incorporación de un espíritu protector Seyuu, por lo que es llamado para curar. Los espíritus se comunican con los humanos vivos en los sueños. Maleiea es el creador; Pulowi mujer primigenia; Juyá la lluvia; Shanceta, Acaracuy y Kéerraria espíritus de lugares especiales; Yoruja los espíritus errantes de muertos. El wayúu cree que tras la muerte va a Jepirá, el Cabo de la Vela, lugar de felicidad donde se descansa hasta que tras el segundo velorio, cuando los restos son exhumados para llevarlos un sitio definitivo, el espíritu del muerto toma el camino hacia la eternidad.



Los conocimientos retenidos en la memoria han pasado de una generación a otra para plasmarse con manos wayúu en un sinnúmero de objetos tejidos de singular belleza y funcionalidad, elaborados en diversidad de técnicas, formas y colores. Anteriormente los wayúu se valían de materiales naturales de su medio ambiente para elaborar y tinturar los hilos de sus tejidos; esta antigua transformación ha sido reemplazada por las materias primas procesadas industrialmente, en especial finos hilos de algodón mercerizado, hilazas y fibras acrílicas en vistosos colores.



Las diferentes actividades cotidianas, las festividades y los rituales implican ampliamente el uso de la música tradicional. Las labores de pastoreo se acompañan con música producida por flautas o canutillas, los pitos hechos de elementos del medio como el limón seco se usan en actividades de ganadería. La música autóctona Chichamaya o yocna,se usa en las celebraciones relacionadas con el desarrollo de la mujer e implica danzas en donde esta desafía al hombre. Los instrumentos principales que se usan son flautas, pitos y tambores.



Lengua

Idioma Wayúu.

La lengua hablada por el pueblo wayúu se denomina wayuunaiki. Pertenece a la familia lingüística arawak. Es una lengua aglutinante. Registra seis vocales y 16 consonantes.



Designación

La palabra wayúu es la autodesignación usada por los indígenas, y significa persona en general, indígena de la propia etnia, aliado y también la pareja (mi esposo o mi esposa). Se opone al término "arijuna", persona extraña, posible enemigo, conquistador, que no respeta las normas wayúu. Kusina es la denominación para otros indígenas, excepto los Añú, a quienes llaman paraujano.

La designación de los Wayúu como "guajiros" es usada por los no indígenas. La palabra "guajiro" se presta a confusión porque normalmente es usada por los Wayúu para designar a los no indígenas habitantes de la Guajira y en ese caso significa "colono". También se llama "guajiro" en Cuba y las Antillas, a los campesinos, a la población que vive en las zonas rurales y en general a aquel que cultiva la tierra o cuida de las plantaciones agrícolas.

 






--------------TODAS LAS FOTOS SON DE MI AUTORÍA --------

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